En este artículo hablaremos sobre una enfermedad crónica llamada espondilitis anquilosante.
La espondilitis anquilosante es un tipo de artritis que afecta fundamentalmente a la columna vertebral baja y a las articulaciones sacroilíacas.
A día de hoy no se sabe cuál es la causa de su aparición, pero se cree que tiene un carácter hereditario. Suele ser más común en hombres que en mujeres y normalmente el momento de aparición de la enfermedad coincide con la adolescencia.
Síntomas habituales de la espondilitis anquilosante
La persona que padece la enfermedad suele sentir dolor y rigidez en la espalda, sobre todo en la zona lumbar, pero el dolor puede extenderse a las articulaciones colindantes.
La espondilitis se manifiesta en brotes, por lo que entre uno y otro el enfermo puede que no tenga dolor y pueda desarrollar de forma normal su vida cotidiana. A veces se pueden llegar a fusionar varias vértebras entre sí y limitar la movilidad de la columna, por lo que es muy importante el tratamiento precoz para evitar complicaciones.
Recomendaciones más efectivas
- Evita las malas posturas corporales.
- Realiza actividad física de forma moderada.
- Lleva una alimentación equilibrada y evita el sobrepeso para no sobrecargar de forma excesiva las articulaciones.
- No fumes. A veces la espondilitis anquilosante afecta a los pulmones y el tórax, y el tabaco agrava la situación.
- Evita el estrés, ya que puede producir o agravar el entumecimiento muscular.
Tratamiento de la espondilitis anquilosante con fisioterapia
El tratamiento de fisioterapia consistirá en movilizar las articulaciones para disminuir el entumecimiento del paciente, estirar la musculatura para conseguir una mayor relajación corporal, alinear la columna vertebral y trabajar el diafragma para mejorar la función respiratoria.




Ejercicios sencillos para realizar en casa
A continuación os dejamos una serie de ejercicios que el paciente con espondilitis anquilosante puede realizar en su domicilio para conseguir un estado de mayor relajación muscular.
Tenemos que tener en cuenta que debemos hacer los ejercicios de forma lenta y controlada para no hacernos daño, y que en ningún momento debemos provocar dolor.
- Nos colocaremos de pie, con la espada apoyada en la pared. Nuestros brazos estarán colocados a lo largo del cuerpo y nuestros pies y piernas en paralelo. Cogeremos aire profundamente, inspirando por la nariz, intentando estirar al máximo nuestra columna vertebral. Apoyaremos nuestro cuello en la pared y relajaremos nuestros hombros, y al soplar volveremos a nuestra posición inicial. Realizaremos este ejercicio de manera lenta entre 6 y 8 veces. Podemos realizar una variación del ejercicio manteniendo la postura durante 5 segundos antes de volver a la posición de inicio.


- Nos sentaremos en una silla con los pies en paralelo, las piernas abiertas a la altura de las caderas y los brazos en cruz. Cogeremos aire, y al soltar inclinaremos el tronco y descenderemos un brazo mientras que intentaremos estirar el otro por encima de la cabeza lo máximo posible. Aguantaremos entre 5 y 10 segundos en esa posición y volveremos a la postura de inicio. Repetiremos el ejercicio 5 veces con cada lado.


- Nos tumbaremos boca arriba, con la columna lumbar bien pegada a la colchoneta, los pies y las piernas colocados en paralelo y abiertos a la anchura de las caderas. Nuestros brazos se colocarán a lo largo del cuerpo. Cogeremos aire profundo e intentaremos llevar todo el aire a las costillas mientras que llevaremos nuestros brazos hacia atrás. Soltaremos el aire lentamente mientras volvemos a la posición de inicio. Realizaremos entre 8 y 10 repeticiones.


- Nos colocaremos tumbados boca abajo, con las piernas estiradas, la tripa bien apoyada en la colchoneta, los codos apoyados en la colchoneta, las manos juntas y la frente apoyada sobre las manos. Cogeremos aire por la nariz y al soltarlo elevaremos una de las piernas con la rodilla estirada, aguantaremos arriba mientras cogemos aire y al soltar volveremos a colocarnos en la posición de inicio. Repetiremos el ejercicio 5 veces con cada pierna.


- Seguiremos tumbados boca abajo, con las piernas estiradas los codos colocados en ángulo de 90º y las palmas de las manos apoyadas en la colchoneta. Cogeremos aire, y al soltarlo, estiraremos lentamente los codos e iremos levantando la cabeza y los hombros de la colchoneta. Aguantaremos arriba mientras cogemos aire y al soltar volveremos a colocarnos en la posición de inicio. Haremos entre 4 y 6 repeticiones.
Esperamos que este artículo os haya resultado interesante y hayáis aprendido un poco más acerca de la espondilitis anquilosante. No dudes en ponerte en contacto con nosotros si tienes alguna pregunta relacionada con tu caso particular.